Cuadro de texto: Aceptando el perdón    
 El guerrero de la luz ha aprendido que es mejor seguir la luz. Él ya traicionó, mintió, se desvió de su camino, cortejó a las tinieblas. Y todo siguió saliendo bien, como si nada hubiese pasado.
     Sin embargo, el abismo llegó de repente. Se pueden dar mil pasos seguros, pero un simple paso de más acaba con todo.
     Y es el tener conciencia de esto lo que hace al guerrero 
cambiar el rumbo de sus pasos.
     Al tomar esa decisión, escucha cuatro comentarios: "Siempre te has equivocado. Eres demasiado viejo para cambiar. No eres bueno. No lo mereces"
     Entonces mira al cielo. Y una voz le dice: "Bien, querido, todo el mundo se equivoca. Estás perdonado, pero no puedo forzar este perdón. Decídete".
     El verdadero guerrero de la luz acepta el perdón.
Como un niño
     El guerrero de la luz se comporta como un niño. La gente se escandaliza. Se han olvidado de que todos necesitamos divertirnos, jugar, ser un poco irreverentes, hacer preguntas inconvenientes e inmaduras, decir tonterías en las cuales ni siquiera nosotros creemos.
     La gente pregunta horrorizada: "¿Es eso el camino espiritual? 
¡Qué inmaduro, parece un niño!"
     El guerrero se enorgullece de este comentario, porque sabe que la consecuencia lógica de la maduración es el proceso de podredumbre. Es así en la naturaleza y también en la vida.
     Y mantiene su inocencia y alegría, aunque sin perder de vista su misión.
El momento de decidir
     El guerrero de la luz se espanta ante las decisiones importantes.
     "Esto es demasiado grande para tí", le dice un amigo. "Sigue adelante, 
sé valiente" le dice otro. Y sus dudas aumentan.
     Después de algunos días de angustia se recoge en un rincón de su tienda donde acostumbra a sentarse para meditar y orar. Se ve a sí mismo en el futuro. Ve a las personas que serán beneficiadas y a las que serán perjudicadas por su actitud. Él no quiere causar sufrimientos inútiles, pero tampoco quiere abandonar el camino.
     El guerrero entonces deja que la decisión se manifieste. Si es necesario decir sí, lo dirá con valor. Y si fuere necesario decir no, lo dirá sin cobardía.

Sobre la cobardía
     Dice Anthony Williams:
     "El mundo siempre parece amenazador y peligroso para los cobardes. Estos procuran la seguridad mentirosa de una vida sin grandes desafíos y se arman hasta los dientes para defender aquello que creen poseer. Los cobardes son víctimas de su propio egoísmo, y terminan construyendo las cadenas de su propia